arquitectura y música

"La arquitectura es, en suma, música solidificada" (Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling 1775-1854)


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Paseando una ladera de Lyon

El  problema de escribir en un blog como éste es que uno debe moverse en medio de peligros ciertos:  la erudición exagerada echará por tierra cualquier acercamiento fluido, propio de quienes pretenden iniciarse, sea por placer o sea por curiosidad, en un campo que, a piori, suena bien o por lo menos no suena mal. Por otro lado, la laxitud en los planteamientos, argumentos o en los datos puede provocar que cualquiera de Uds., con más conocimientos y certezas que un servidor, se eche las manos a la cabeza escandalizado y de paso, ayudemos a cimentar la idea de que este hermoso medio de la red no es sino un invento del diablo que sólo sirve para elevar a categoría la ignorancia de los ágrafos españolitos enfrentados con los señores de PISA.

Así que, pensándolo mejor, he decidido compartir con los lectores una vivencia personal, de modo que cuando lo lean, aunque les suene a fantasía, tendrán que aceptarlo como cierto; en cualquier caso olvídense de otras referencias, espero que lo disfruten.

El caso es que una tarde de agosto, no hace tanto en el tiempo, tuve la oportunidad de acercarme hasta una ladera existente a las afueras de Lyon (Francia), concretamente frente al pueblo de Èveux, sobre la que se alza, majestuoso, el convento de La Tourette.

Creo que a ninguno de los lectores le hace falta presentar una de las obras capitales de Le Corbusier. Construido en torno al año 57 del siglo pasado, es una de las edificaciones de las que más se puede aprender sobre composición, construcción, historia, filosofía, religión… y música. Y no de una forma figurada, sino literal.

La suerte que tenemos los humanos es que, en ocasiones, dejamos que la vida nos sorprenda. Aquella tarde la sorpresa se inició al descubrir que la guía del convento era una estudiante de arquitectura que aunque de una escuela francesa, ella era española. Qué quieren que les diga, alcanzar matices de la explicación que hubieran sido inasibles de haber escuchado ésta en la lengua de Rostand, ayuda.

Y entre otros, fue un descubrimiento conocer la figura de Iannis Xenakis, ingeniero, filósofo y músico  que, tras huir de Grecia, entró a trabajar en el estudio de Le Corbusier en 1948, apenas 3 años más tarde de que éste último hubiera desarrollado el Modulor.

Son las fachadas interiores y exteriores del convento-sus ritmos y particiones- una fusión de las ideas musicales de Xenakis y el modulor de Le Corbusier. Fue el mismo Xenakis el responsable de la composición de los ritmos de dichas fachadas justo al poco de haber terminado una de sus obras capitales: Metástasis

Debo reconocer que, como neófito, aún no he llegado a entrar en su música, pero viniendo de quien ayudó a componer La Tourette no debo hacer otra cosa que guardar un respetuoso silencio.

En fin, como comprenderán, lejos de profundizar en sesudos conceptos abstractos sobre composición geométrica, matemática o musical, preferí sacudir aquel lugar de mi memoria, el de aquella luminosa tarde de agosto en la que descubrí caso tan singular encuentro en la historia de las artes.

Y dado que ninguno de los protagonistas de este relato es francés -la guía, española, Iannas Xenakis, griego, y Le Corbusier , suizo-, tomé la decisión de escuchar un oratorio de H. Berlioz mientras les escribo este artículo como margen para concluir. Y, les prometo, he cumplido 😉

Para saber más:

http://www.filomusica.com/filo71/xenakis.html

http://www.loreakmendian.com/web/blog/tag/la-tourette/